La iglesia de San Martín de Tours es el edificio más importante y significativo del pueblo, que tiene también buenas casonas, con rejas y balconadas de valor artístico. Como sucede en la mayoría de los pueblos de la comarca, la torre de la iglesia marca el punto más característico del paisaje manchego.

 

Con una altura de más de 46 metros que la hacen visible desde 10 kilómetros a la redonda, es una magnífica torre de sillajero muy diferente a otras de la región,rematada con una linterna renacentista con contrafuertes decorativos de inspiración italianizante y coronada por una veleta de hierro forjado. Su interior está recorrido por una empinada escalera de caracol que llega hasta las campanas.

 

La iglesia, gótica tardía, con elementos renacentistas del siglo XVI, con una sola nave de llamativos pilares helicoidales y bóvedas de nervaduras complicadas. La portada principal, obra de Jerónimo Quijano. Otros críticos la atribuyen al gran arquitecto Andrés de Vandelvira. Es de estilo renacentista, muy sencillo, de líneas rectas, con columnas dóricas semiempotradas.

 

El templo tuvo un buen retablo del siglo XVII, considerado en su tiempo como un magnífico ejemplo de estilo plateresco y se debe a la gubia del genial artista granadino Juan Sánchez Cordobés. El cura párroco de entonces, Licenciado Francisco Grao Piñero, le encargó un retablo por la cantidad de 1.217 reales, que le entregó, según consta, el día 25 de noviembre de 1648.

 

 

De este retablo, destruido durante la guerra civil, sólo se conserva la imagen del Cristo de la Buena Muerte, que en la actualidad se encuentra detrás del altar mayor, y los dos los lienzos del segundo cuerpo que corresponden a dos obispos, posiblemente San Fulgencio y San Isidoro (o San Patricio), que aparecen en el retablo realizado para sustituirlo en los años cuarenta.

 

En el año 1986 fué restaurada, descubriéndose parte de unos murales góticos, uno de ellos representa la Santa Cena. El conjunto ofrece, en general, un acusado carácter arcaico, pese a lo avanzado de su ejecución, que debe fecharse, al menos, a fines del primer tercio del siglo XVI.

 

 

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